lunes, 3 de mayo de 2010

Gota de lluvia, nota de piano

La simple mezcla de piano y lluvia puede resultar tan mortalmente hermosa como hermosamente mortal.

Aquí me encuentro yo, con la ventana abierta, escuchando el caer del agua, el repiqueteo de las gotas. Embriagado por la melodía de un lento y triste piano, junto con la bella música que la lluvia crea. Estos momentos así se agradecen mucho. Todo tan calmado. Tan relajado. Crea un ambiente magnífico. Donde uno se ve bajo el aguacero, empapándose de pies a cabeza. Alzando la cabeza al cielo y notar cómo el agua va besando tu cuerpo. Tu rostro. Notando el agua en las mejillas. En los labios. Entonces sientes que eres parte del ambiente. Te unes a la lluvia y dejas que tu mente gotee. Se derrame en forma de llovizna. Estallando cada gota en un suelo duro. Cada pensamiento empapado rompiéndose en dicho suelo. Así, dejando resbalar los pensamientos, acabas con él completamente mojado, dejando la mente sin nada. En blanco. Sólo lluvia. Igual que la que te acaricia la piel. "Shh".. gotas caen. "Shh"... hilos de agua resbalando por la frente, el cuello, los brazos. "Shh"... sin cesar. Sin olvidar la lenta melodía de piano. Una melodía que también resbala, pero por tu interior. Brisa que esparce tus gotas de pensamiento. Lluvia. Melodía. "Shh"...

Tengo una armonía interior en este momento digna de recordar. Normalmente, en esta clase de días, grises, lluviosos, suelo tener una gran sensación de melancolía y tristeza agradable. Hoy, sin embargo, he ido un paso más allá.

Hoy soy una gota de lluvia y una nota de piano.

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